miércoles, 9 de junio de 2010

Los mitos de la historia Argentina- Felipe Pigna

La barbarie.

El 18 de mayo de 1781 Tupác Amarú y su familia quedaron expuestos a fieras que se cobraron con creces los momentos de humillación y miedo que debieron pasar por su causa.

Según relatos de los testigos el viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta ciudad del Cuzco salieron de la Compañía nueve sujetos.
Acompañados de los sacerdotes que lo auxiliaban y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron al pie de las horcas y se les dieron por medio de dos verdugos, las siguientes muertes.
A cuatro de ellos se les ahorcó llanamente. A otros tres se les mutilo la lengua antes de ser arrojados de la escalera de la horca. Luego subió Micaela Bastidas (mujer de Tupac Amarú) a la cual en presencia del marido se le cortó la lengua y se la golpeo, y al notar que su cuello era demasiado delgado para la horca debieron moverla hacia un lado y hacia el otro seguido de golpes en el estomago y en sus pechos para por fin conseguir su muerte.
Para Tupac Amaru se reservó lo peor. Fue bajado de la horca y lo ataron de pies y manos éstos a cuatro caballos los cuales estiraban sus extremidades hacia distintas partes. No se sabe si los caballos eran demasiado débiles o Tupac Amarú era de hierro, pero no pudieron dividirlo, después se lo introdujo en la horca.

Toda la familia luego de su muerte fue descuartizada. Brazos, piernas y cabeza de cada integrante fue enviada a diferente lugares repartiéndose entre Cuzco, Carabaya, tinta, Azangaro, Lampa, Arequipa, Paucartambo, Puno, Condesuyos Y Masques y Chumbivilcas .

Los líderes de las regiones vecinas, como Julián Apaza, más conocido como Tupac Catarí continuaron la lucha. Los Tupac Amarú se concentraron en la zona de Cuzco, mientras que Tupac Catari peleó en la zona del alto Perú y cayó en 1781, cuando uno de sus colaboradores lo condujo a una emboscada española. El y su mujer Bartolina Sisa, corrieron la misma suerte que José Gabriel Y Micaela.

Fue José Quiroga el que supo aprovechar la buena relación con los indios Tobas y otros grupos para organizar el moviendo a favor Tupac Amaru en el Norte Argentino.
El resultado fue un combate librado en Zapla, en el que el Gobernador Zegada tomó prisionero y obligó a los indios a refugiarse en el monte. En represalia, los indios sitiaron y tomaron San Salvador de Jujuy. Zegada pidió ayuda al gobernador intendente del Tucumán, pero éste estaba muy ocupado en contener otros ataques rebeldes en Salta del los Wichis.

Quiroga y su segundo fueron capturados y torturados antes de morir. En el juicio que se les hizo a los prisioneros los cabecillas fueron condenados a muerte y el resto a ser marcados a fuego con una “R” de Rebelde y a varios años de trabajos forzados.

Invasiones Inglesas

Las invasiones inglesas fueron mas que agua y aceite hirviendo; significo la incorporación del Río de la Plata al conflicto mundial entre Inglaterra y Francia, las dos potencias capitalistas dominantes, y la definitiva partida de defunción del decadente imperio español.
En la segunda mitad del siglo XVIII el domingo inglés de los mares parecía indiscutible.
España e Inglaterra sostuvieron seis conflictos armados. Esto llevó a las colonias americanas a proveerse de los bienes indispensables a través del ya generalizado contrabando de productos.

El broche de oro lo aportó el tratado de Utrech firmado el 11 de abril de 1713, por España y Portugal (entre otros) lo que les dio una presencia comercial que los acercó cada vez mas a un curioso “monopolio del contrabando”, cortó con la guerra de secesión en España y le dio a los Ingleses El “asiento de negros”.
Llevaban también de contrabando, las materias primas con destino a sus incipientes fábricas, que se preparaban para dar el gran salto de la Revolución industrial.
Esta se inició en el último cuarto del siglo XVIII, dio un nuevo impulso al capitalismo inglés y demandó la búsqueda de nuevos mercados para las altamente competitivas manufacturas británicas, que ya habían saturado el mercado local.
En este contexto de búsqueda de nuevos mercados tuvieron eco en Londres las ideas del revolucionario venezolano Francisco de Miranda general de la revolución francesa.
En marzo de 1790 Miranda le había presentado al primer ministro inglés William Pitt (apodado “el joven”) un plan de conquista de las colonias americanas para transformarlas en una monarquía constitucional, con la coronación de un descendiente de la casa de los Incas como emperador de América.

Miranda propuso otro plan de ayuda británica en la liberación de su continente natal, pero, una vez más el proyecto no prosperó.
El 5 de octubre de 1804 cuatro fragatas españolas comandadas por el gobernador de Montevideo, les llevaba oro y plata del Alto Perú a sus apropiadores, sufrieron el ataque de cuatro buques ingleses, que se colocaron en medio de la flotilla española y abrieron fuego.
El motivo del ataque fue la sospecha de que el tesoro, iría a parar a Francia para financiar las campañas de Napoleón.

El ataque inglés fue todo un éxito que culminó con la captura de tres barcos y la voladura de una cuarta nave en el transcursote la batalla. En el ataque murieron la madre de Carlos María de Alvear, el futuro dictador argentino y ocho de sus nueve hermanos. Carlos y su padre, Diego de Alvear, lograron salvarse pero fueron capturados con el resto de la flota.
Miranda se estaba saliendo con la suya y se lanzaba a escribir a sus anchas sobre los objetivos de su plan: “la emancipación de Sud America, de su gobierno Tiránico, de su Administración Opresiva.
Mas adelante Pitt se unió al plan de Miranda al cual también ya se había unido Popham.

En el viejo mundo, el obstáculo para la e expansión Napoleónica era Inglaterra, su principal enemigo.
El encuentro entre la flota aliada de España y Francia y por el otro lado Inglaterra dio como resultado la victoria de Inglaterra dejando el saldo de 2400 muertos para el bando contrario mientras que Inglaterra perdió 1500 hombres aprox.
La victoria tranquilizó a los ingleses. Napoleón ya no podría invadir Londres y el dominio de los mares permitía pensar en la búsqueda de nuevos mercados que aliviaran a las fábricas de Liverpool.
Cuarenta días después Napoléon se tomó revancha derrotando al ejército austroprusiano al norte de Viena y mandó construir el famoso Arco de Triunfo en el centro de Paris

Tras esas dos batallas decisivas el poder europeo quedó repartido: los mares para Inglaterra y el continente para Francia.
Por otra parte Popham se presentó ante el comandante Baird y le manifestó su intención de tomar el Río de la Plata. Baird aceptó la propuesta y le facilitó el regimiento 71 de Infantería, la artillería necesaria y 1000 hombres.

La expedición zarpó de Ciudad del Cabo. En el camino Popham convenció al gobernador para que le prestara 250 hombres y dos cañones sin garantía de devolución. Así la task force pasó a estar compuesta por unos 1500 hombres y decidieron por mayoría atacar Buenos Aires. De modo que el 8 de junio la expedición se encontraba frente a Montevideo y en la mañana del 25 en Buenos Aires.


Interludio de amor

Por esa época brillaba en las tertulias porteñas Anita Perichón,conocida como "La Perichona". Muchos la definieron como bonita,elegante, llena de picardía, atractiva, mundana, ocurrente y graciosa. Casada con Tomás O'Gorman -hermano de Miguel O'Gorman, fundador de la Escuela de Medicina de Buenos Aires.
Madame Perichon también sería recordada por ser la abuela de Camila O'Gorman, la joven fusilada por Rosas en 1848 por haberse fugado con el sacerdote tucumano Uladislao Gutiérrez.

Subordinación y valor

Frente a la posibilidad de una nueva invasión, los vecinos se movilizaron para la defensa formando milicias, ante el fracaso de la tropa regular española.
Todos los habitantes de la capital del virreinato se transformaron en milicianos. Entre los jefes elegidos se destacaban algunos jóvenes criollos que accedían por primera vez a una posición de poder y popularidad. Allí estaban Corneho Saavedra, Manuel Belgrano, Martín Rodríguez, Hipólito Vieytes, Domingo French, Juan Martín de Pueyrredón y Amonio Luis Beruti. A las autoridades españolas no les hacían ninguna gracia estas milicias populares formadas por los criollos porque, como cuenta Saavedra, "acostumbrados éstos a mirar a los hijos del país como a sus dependientes y tratarlos con el aire de los conquistadores, les era desagradable verlos con las armas en la mano, y mucho más el que con ellas se hacían respetables por sus buenos servicios y por su decisión de conservar el orden en la sociedad". Un oficial del virreinato describía así la actitud de los miembros de la clase dirigente incorporados a la milicia:
"Estos individuos más bien defendían sus propiedades que no contraídamente el Supremo Dominio de la Real Corona; más bien se batieron porque quisieron conservar sus riquezas y derechos particulares que no por cumplir con el precepto de la subordmación a que están comprometidos y habituados los soldados".

Hay dos sin tres

Los ingleses insistieron. El 16 de enero de 1807, una nueva expedición inglesa, esta vez de 12.000 hombres y 100 barcos mercantes cargados de productos británicos, al mando del teniente general John Whitclocke, desembarcó en Montevideo. La situación se complicó y tanto el Cabildo como la Audiencia decidieron tomar una decisión frente al carácter "huidizo" del virrey en ejercicio, marqués de Sobremonte, Comenzaron a circular pasquines anónimos de este tenor:
"Pide el Pueblo que a Sobremonte se le quite todo mando y que se le dé a don Santiago Liniers todo poder y mando para que nos mande y gobierne y sí esto no se ejecuta de aquí al domingo pasaremos a degüello a toda la Audiencia por haberse opuesto. Así lo pide el Pueblo". El 6 de febrero de 1807, el pueblo de Buenos Aires clamó al grito de "mueran los traidores, muera Sobremonte" la destitución y prisión del virrey, y aparecieron algunas pintadas anónimas que decían; "¡Muera el Virrey y los oidores, fuera la Audiencia, viva la libertad y vamos a fijar la bandera republicana!". Los oidores pergeñaron una artimaña para evitar admitir que se estaba destituyendo al virrey por inepto y cobarde y por voluntad del pueblo de Buenos Aires, expresando que de Sobremonte estaba enfermo para gobernar. Una cosa era armar al pueblo para echar a los ingleses y otra muy distinta era que éste opinara y se diera el lujo de imponer su voluntad. La suspensión del marqués de Sobremonte, iniciada en Buenos Aires el 12 de agosto de 1806 y concretada el 10 de febrero de 1807, fue, sin dudas, el primer triunfo del pueblo sobre la autoridad del rey. No era tanto por la designación de otro conservador como Liniers sino por la instalación de la opinión pública de la idea revolucionaría de que los funcionarios
corruptos, cobardes e ineficientes podían ser removidos por el pueblo organizado.
A fines de junio de 1807 los invasores trataron de apoderarse de Buenos Aires. Pero para entonces la capital virreinal ya no estaba indefensa. Cuando los ingleses pensaban que volverían a desfilar por las estrechas calles, desde los balcones y terrazas fueron recibidos a tiros, pedradas, torrentes de agua y aceite hirviendo. Metralla en las esquinas de todas las calles, fuego de fusil, granadas de mano, ladrillos y piedras desde los techos de las casas, cada dueño de casa defendiendo con sus esclavos su morada, cada una de éstas era una fortaleza, y tal vez no sería mucho decir que toda la población masculina de Buenos Aires estaba empleada en su defensa". Los ingleses optaron por rendirse, aunque en el acta de la capitulación pretendieron incluir, infructuosamente, una cláusula que los autorizaría a vender libremente la abundante mercadería traída en los barcos. Así lo cuenta Matheu: "Lo que no ganaron con la ocupación, lo ganaron con el fracaso, pues más de 8.000.000 de pesos de efectos vendieron en esos dos meses por menos de un tercio del valor de plaza para no volverse con ellos a Inglaterra. Todos los desertores de la defensa tomando dinero hasta el 15 % de interés para introducirlos en esta plaza los contrabandeaban. Los soldados volvieron a Londres, pero las mercaderías y los mercaderes quedaron en el Río de la Plata. No habían
podido conquistar las ciudades, pero habían conquistado sus mercados, porque, como decía un historiador inglés, "lo que el gobierno y el pueblo inglés buscaban realmente noera territorio, sino comercio".


La justicia militar

El 28 de enero de 1808 comenzó en Londres el juicio contra Whitelocke. Intentó defenderse diciendo que resultó ser un país completamente hostil".'*
Whitelocke concluyó su defensa con palabras contundentes: "No hay un solo ejemplo en la historia, me atrevo a decir, que pueda igualarse a lo ocurrido en Buenos Aires,
donde, sin exageración, todos los habitantes. Ubres o esclavos, combatieron con una resolución y una pertenencia que no podía esperarse ni del entusiasmo religioso o patriótico, ni del odio más inveterado".
La indignación imperial se expresó claramente en las palabras del fiscal: "Con este desgraciado suceso, se han desvanecido descubrir mercados para nuestras manufacturas,
de abrir un horizonte nuevo a la inclinación y actividad
de nuestros comerciantesMientras esto ocurría en Londres, en la Buenos Aires liberada
de los ingleses, pero aún subyugada por los españoles,se abría una nueva etapa. Ya nada volvería a ser como antes.

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